Pese a que tan solo llevamos cinco jornadas ligueras, un
servidor lo tiene muy claro: Kiko Casilla ‘volará’ del Espanyol el próximo
verano –y ojito a las ofertas que puedan llegar en invierno-. El partido de
ayer en Villarreal, pese a la derrota, es una clara muestra de que el de l’Alcover
se encuentra en un estado de forma excepcional y es uno de los mejores porteros
de la liga. Dos grandes intervenciones cuando ya se cantaba el gol local así lo
corroboraron.

Pero como decíamos, Casilla lleva desde el primer encuentro
oficial dando muestras de lo gran portero que es. En Balaídos ya nos dejó una
actuación magnífica –con la parada de la liga incluída-, y en cada encuentro
disputado nos ha dejado algún tipo de detalle en forma de intervención. Quién
hubiera dicho que ese chaval que en 2008 se colocó por primera vez bajo los
palos del primer equipo blanquiazul debido a las lesiones de Kameni y Lafuente
sería, a día de hoy, una de las piezas más codiciadas del Espanyol… Por aquel
entonces, nadie daba un duro por él. El canterano del Real Madrid no era más
que el portero del filial que había ascendido para tapar un hueco de manera
momentánea y, pese a que desde el club se confiaba mucho en él –se había pagado
una importante cantidad al club blanco por hacerse con sus servicios- la
afición no las tenía todas consigo tras los malos partidos que protagonizó, si
uno no recuerda mal, contra Getafe y Betis. Pero las cesiones a Cádiz y
Cartagena le sirvieron para crecer y le dieron la razón a los que apostaron por
él, viendo como sus expectativas se cumplen con creces.
Pero no todo van a ser buenas palabras para Casilla. En los
últimos dos encuentros el cancerbero ha perdido seguridad en sí mismo a la hora
de mandar en su área. Quizás debido al error en Granada que casi provoca el
tanto nazarí, el tarraconense parece tener más respeto a la hora de salir a
buscar un balón colgado que antes de dicho compromiso en tierras andaluzas. A
los hechos me remito, ya que en el primer tanto del Athletic, el rival remata
en el interior del área pequeña; ayer también hubo ocasiones en los que la
cuerda imaginaria atada al poste le privó de imponer su ley por alto.

Es normal que un portero pierda seguridad en sí mismo tras
un error que no está acostumbrado a cometer; es algo que no debe preocupar en
exceso. Pero el propio Casilla debe saber que es un fallo puntual y tiene que
recuperar cuanto antes su excelente dominio aéreo que tanto le caracteriza.
Prefiero un guardameta valiente que va a buscar el balón pese a que en alguna
ocasión su salida pueda resultar fallida a un arquero que se quede bajo la
línea de gol contemplando la jugada; para eso ya teníamos a Cristian Álvarez.
Si Casilla recupera su punto fuerte, volverá a su mejor forma –sí, aún puede
mejorar- y disfrutaremos de una seguridad mayor en la portería. La mala noticia
es que, si ello ocurre, el portero no durará demasiado en el Espanyol.