Mis querídisimos amigos de Panenka me han inspirado este
titular. Esta frase reza en la portada de su número 15, ese que trata sobre la
labor del guardameta y que ya recomendé en posts anteriores.
¿Por qué titulo así? Porque, para mí, las paradas a mano cambiada son las más bellas y espectaculares que podemos observar, tanto para el portero como para el espectador. En mi época como guardameta me encantaba realizar este tipo de acciones: en cada vuelo me sentía libre y pleno, y al desviar la trayectoria del esférico con la mano más alejada del balón notaba como la felicidad me invadía.
Sí, es la típica parada para la foto y me encantaba sentirme protagonista. De cualquier manera, pero sacando un balón a mano cambiada, más. Me gustaban tanto ese tipo de paradas que en los entrenamientos pedía a mis compañeros que trataran de disparar lo más cerca de la escuadra que pudieran para poderme lucir.

Para todos los que somos porteros –porque el alma de cancerbero no se pierde nunca, pese a que ya no actúes bajo palos sea por el motivo que sea-, vestirnos de manera diferente a nuestros compañeros y enfundarnos los guantes es razón para estar feliz. Evitar tantos del rival nos lo hace estar aún más, así como sentirnos poderosos dentro del área con saltos en los que llegamos donde ningún otro futbolista puede llegar. Pero todos los metas tenemos una parada, una manera de atajar el balón preferida, y la mía siempre ha sido a mano cambiada. No es la más eficaz, ya que lo que haces es desviar el balón, pero es con la que más disfruto; supongo que es debido a que siempre que he utilizado esta ‘técnica’ es para desviar balones casi imposibles en los que el rival da por hecho el gol. Y a veces gran parte de tus compañeros.
Este tipo de parada es típica –supongo que estaréis de
acuerdo conmigo- de los porteros africanos. Al hablar de ella me vienen a la
meta dos de los que para mí han sido símbolos del espanyolismo en los últimos
años: N’kono y Kameni. Dos grandes porteros que han dado mucho espectáculo bajo
los palos, tanto para lo bueno como para lo malo. Podéis encasillarme en este tipo de metas, pese a
haber nacido en Barcelona y no tener antepasados del continente negro.
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