lunes, 13 de mayo de 2013

Tommy N'kono, el ángel negro


Temporada 1987-1988. El Espanyol, tras una gran campaña anterior, es equipo UEFA –actual Europa League-. Por aquél entonces, dicha competición gozaba de un reconocimiento y un nivel equiparable a la Champions League actual. Y es que, en esas fechas, a la Copa de Campeones tan solo acudían los ganadores ligueros, hecho que permitía ver una UEFA mucho más atractiva. Entrenado por Javier Celemente, el conjunto blanquiazul se presentó en el torneo continental a verlas venir, disfrutar de la experiencia y llegar hasta donde pudiera. Y, tras conocerse el primer rival, parecía que los chicos del de Barakaldo tendrían una corta aventura. El temido Borussia Mönchengladbach esperaba en Alemania, pero para sorpresa de muchos el cuadro perico se impuso 0-1.

Cinco rondas después, el Espanyol se despidió del torneo continental, también en Alemania, pero de un modo muy diferente al que lo había empezado. Los blanquiazules cayeron por 3-0 ante el Leverkusen, igualando el equipo de la aspirina la ventaja visitante de la ida. Sin goles en la prórroga, nuestro protagonista no pudo ser el héroe de la final y los espanyolistas regresaron a Barcelona con las manos vacías. Pero esa competición ha quedado en la historia del club blanquiazul, así como todos los integrantes de esa plantilla que hicieron soñar a toda la masa social perica. Uno de ellos era el portero, Tommy N’kono.


El ídolo de Buffon
El pasado 4 de mayo se cumplieron 25 años de esa final, motivo más que suficiente para homenajear a ese equipo. Desde aquí lo haremos al futbolista que nos incumbe, el portero de ese gran conjunto: N’kono. Camerunés que llegó al Espanyol tras realizar una gran actuación en el Mundial ’82, pronto se convirtió en uno de los ídolos de la afición blanquiazul. Su característica principal era que jugaba con pantalones largos, y que era capaz de lo mejor y de lo peor. Estuvo ocho años defendiendo los colores del conjunto catalán, firmando sus mejores apariciones en la citada Copa de la UEFA.

El africano fue clave para la buena marcha del Espanyol en el torneo, sobre todo en las eliminatorias ante Milan e Inter. Sus grandes actuaciones ante ambos cuadros italianos desquiciaron a los transalpinos y permitieron seguir adelante a su equipo; además, le valieron para que desde Italia se le pasara a conocer como el ángel negro.

Pero hay otro gran dato referente a la gran trayectoria de N’kono, y es que gracias a sus buenas actuaciones actualmente estamos disfrutando de uno de los grandes porteros de la historia: Gianluiggi Buffon. El gran papel del meta en el Mundial 82 impresionó tanto al italiano que decidió abandonar el centro del campo para ponerse los guantes y empezar a escribir su historia. Más de 30 años después, el ídolo ha pasado a idolatrar, la relación entre ambos es muy buena e incluso Buffon acudió al homenaje que se le realizó a N’kono en Camerún.


Instinto felino
Personalmente, no vi jugar a N’kono, pero tengo muchas referencias de él: era el ídolo de mi padre, que no se cansaba de repetirme el enorme parecido que Kameni tiene con él. Incluso me llegó a confesar que, cada vez que veía al actual cancerbero del Málaga, era como retroceder varios años atrás y volver a ver a su ídolo, ese que estuvo a un solo paso de ganar la Copa de la UEFA con el Espanyol.

Con este parecido se ha dicho todo: solo hace falta observar a Kameni para ver reflejado en él al ángel negro. Con unos reflejos felinos, sacaba lo más complicado y en ocasiones no podía con lo más sencillo. Un portero de los míos, vamos.


Actualmente, N’kono lleva desde el 2003 siendo el entrenador de porteros del Espanyol; desde entonces, raro es no ver a un meta de nivel en la portería blanquiazul. Con él han crecido el propio Kameni, Gorka Iraizoz, Kiko Casilla y Cristian Álvarez, del que las malas lenguas dicen que no sabía tirarse al llegar al club catalán. N’kono, una vida ligada al club blanquiazul.

martes, 7 de mayo de 2013

¡Cómo vas a estar cansado si eres portero!


A todos los que hemos actuado bajo los tres palos nos han deleitado alguna vez con esta perlita, sobre todo cuando éramos pequeños. Una frase que, personalmente, me ponía –y me sigue poniendo- de los nervios ya que acababa cansado como el que más en la mayoría de encuentros.
Es cierto que el portero no corre los kilómetros que puede realizar un jugador de campo durante los 90 minutos, pero no por ello no se cansa. El trabajo del meta no es nada fácil, ya que ha de estar metido en el encuentro durante todo el tiempo que dure, se te acerque el rival o no. Y eso conlleva tensión, una tensión que es el principal argumento que expongo para demostrar que el portero se cansa de la misma manera que todos sus compañeros. O más.
Además de ello, está el trabajo específico. Ir al suelo también cansa, y en una jugada el meta puede acabar derrotado, física y psicológicamente. Y es que tirarse a por un balón conlleva el consecuente golpe, que deriva en rasguño, rascada o moratón, además de que como ya se ha comentado en anteriores posts el cancerbero es consciente de que para detener ese balón y que el tanto no suba al marcador solo tiene una oportunidad; un error tiene consecuencias en el resultado, mientras que el fallo de otros jugadores no. En muchas ocasiones –me atrevería a decir que en la mayoría- el aspecto psicológico derrumba más que el físico.
Todo ello hace mella en la figura del arquero, y evidentemente este cansancio se ve multiplicado cuando las ocasiones rivales se suceden una tras otra. Con ello no se quiere infravalorar la labor de los futbolistas de campo, sino tratar de hacer entender a muchos que, pese a que la figura del guardameta es diferente a la del resto de jugadores, defender el marco también agota. Y más de lo que muchos se creen.