martes, 7 de mayo de 2013

¡Cómo vas a estar cansado si eres portero!


A todos los que hemos actuado bajo los tres palos nos han deleitado alguna vez con esta perlita, sobre todo cuando éramos pequeños. Una frase que, personalmente, me ponía –y me sigue poniendo- de los nervios ya que acababa cansado como el que más en la mayoría de encuentros.
Es cierto que el portero no corre los kilómetros que puede realizar un jugador de campo durante los 90 minutos, pero no por ello no se cansa. El trabajo del meta no es nada fácil, ya que ha de estar metido en el encuentro durante todo el tiempo que dure, se te acerque el rival o no. Y eso conlleva tensión, una tensión que es el principal argumento que expongo para demostrar que el portero se cansa de la misma manera que todos sus compañeros. O más.
Además de ello, está el trabajo específico. Ir al suelo también cansa, y en una jugada el meta puede acabar derrotado, física y psicológicamente. Y es que tirarse a por un balón conlleva el consecuente golpe, que deriva en rasguño, rascada o moratón, además de que como ya se ha comentado en anteriores posts el cancerbero es consciente de que para detener ese balón y que el tanto no suba al marcador solo tiene una oportunidad; un error tiene consecuencias en el resultado, mientras que el fallo de otros jugadores no. En muchas ocasiones –me atrevería a decir que en la mayoría- el aspecto psicológico derrumba más que el físico.
Todo ello hace mella en la figura del arquero, y evidentemente este cansancio se ve multiplicado cuando las ocasiones rivales se suceden una tras otra. Con ello no se quiere infravalorar la labor de los futbolistas de campo, sino tratar de hacer entender a muchos que, pese a que la figura del guardameta es diferente a la del resto de jugadores, defender el marco también agota. Y más de lo que muchos se creen.

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