Un aspecto clave para el buen funcionamiento defensivo de
cualquier equipo es la seguridad que transmite el portero a su zaga. Ello es
algo que no se ve y que no todo el mundo es capaz de observar, pero lo cierto
es que un portero seguro, valiente y con confianza en sí mismo otorga mucha
tranquilidad a la defensa, que se muestra más seria y ofrece un mejor nivel si
el guardameta le da la serenidad necesaria.
Simplemente por el hecho de salir de la portería y no tener
una cuerda ficticia que mantenga al cancerbero debajo de los palos, la defensa
ganará una seguridad bárbara. En estas situaciones es cuando el portero juega
también de líbero; y es que gracias a este tipo de salidas, la zaga confiará
más en él y tendrá en cuenta que tiene un futbolista por detrás al que se puede acudir en caso de necesidad (pese
a que en el caso de Casilla, éste aún está muy verde con el juego con los
pies).
Así pues, creo que la gran diferencia entre los porteros del
Espanyol es la seguridad que transmiten. Cristian Álvarez ha demostrado con los
años que puede ocupar la meta blanquiazul, pero la sobriedad de Casilla ha
decantado la balanza. No hace falta más que ver los tantos que se encajaban con
el argentino y los que se reciben con el tarraconense en la portería. La
explicación, para un servidor, es la que se está tratando: un portero seguro de
sí mismo que se atreve a encarar cualquier lance del juego otorga mucha más
tranquilidad a su defensa, la cual jugará mucho más tranquila al saber que si
falla tiene a un guardameta de confianza en última instancia. Ello hará que el
nivel defensivo mejore. A los hechos me remito.
*Donde el rival pone el pie, el portero pone la cara (Juan Carlos Unzué)*
No hay comentarios:
Publicar un comentario